El desarrollo de la industria azucarera en la provincia supuso la constitución de un ejército de obreros de surco y de fábrica, además de un compacto campesinado volcado a la producción de materia prima, los “cañeros independientes”.
El paisaje tucumano se ordenó alrededor del ingenio que comenzó a dominar la vida social y económica de la provincia. Convergen hacia los ingenios, rutas y vías férreas. Sobre ellas corren las cargas diarias de caña en un movimiento que no se interrumpe nunca. Cerca de ellos se concentra una mano de obra inquieta que vive todo el año en espera de la cosecha. Del ingenio depende el trabajo o la miseria de toda una población de cañeros y braceros.
La lucha por la mejora en las condiciones de trabajo y salariales de los obreros azucareros atravesará por distintos momentos a lo largo de su historia y su suerte estará asociada a las distintas formas de organización y alianzas que éstos instrumenten. En el largo trayecto recorrido los trabajadores azucareros obtendrán algunos logros importantes.
Sobre finales del Siglo XIX, en 1896, se deroga en la provincia la Ley de Conchabos y el sistema legal coactivo que les permitía a los patrones de la agroindustria proveerse de mano de obra. Antes de su desaparición, la “papeleta de conchabo”, un documento obligatorio que otorgaban los propietarios para retener a los peones en sus campos, constituía un requisito para la existencia legal de quienes no poseían “propiedad, renta u oficio reconocido”. Los que no la tenían, o eran encontrados fuera de la jurisdicción de sus empleadores, se consideraban “vagos y mal entretenidos”, y pasibles de sanciones.
En 1904 se produce una poderosa huelga de obreros del azúcar que tiene sus causas en bajos salarios, largas y extenuantes jornadas de labor (14-16 horas), pobres viviendas, raciones de mala calidad, maltrato al trabajador, condiciones inseguras en la fábrica que provocan accidentes de trabajo. También los huelguistas denuncian el trabajo de menores y mujeres en condiciones similares a los varones, ausencia de higiene en los hogares y precariedad de las viviendas.
El conflicto se inició en junio de 1904 al producirse en los ingenios del departamento de Cruz Alta amagues de huelga. Los peones del ingenio San Miguel decidieron conformar una Sociedad de Resistencia y Mutual. La constitución de este gremio molestó al dueño del ingenio que convocó a la policía del lugar para reprimir a esa sociedad obrera.
El 10 de junio fueron atacados a sablazos por los policías a caballo y tiros de máuser; los peones huyeron hacia el cañaveral para salvarse. La represión policial provocó la reacción de muchos de los trabajadores del departamento de Cruz Alta donde había 12 ingenios. En un gesto de indignación y solidaridad, abandonaron los lugares de trabajo.
La generalización del conflicto en los ingenios era más una reacción a la represión policial que parte de un programa orgánico de demandas sociales. Algunos trabajadores eran permeables al anarquismo, pero sin una activa militancia. Tampoco se encontraban militantes socialistas en los ingenios y en el surco. En este escenario los socialistas mandaron alguno de sus principales hombres como Adrián Patroni, dirigente de la recientemente creada UGT (Unión General de Trabajadores), una organización de orden nacional.
Estos dirigentes, la mayoría ajenos a la vida cañera, ayudaron a organizar el gremialismo azucarero junto a los peones, que lucharon decididamente por la legitimidad de sus reclamos sociales
Los ingenios se agrupaban en tres zonas. San Miguel de Tucumán: Amalia, San Felipe y El Manantial; Cruz Alta: 12 ingenios; y en el sur tucumano: 9 fábricas. En total, 25 ingenios.
La huelga se había extendido por todo el territorio provincial, y muchas fábricas, ante la falta de trabajadores, se vieron obligadas a detener la molienda de caña. Durante tres semanas los peones vivieron en una mezcla de tensión y alegría. Alegría de poder pelear por sus derechos postergados, y tensión por las represalias que podían adoptar los industriales.
Patroni, junto a otros dirigentes, por distintos medios de transporte -auto, tren o a caballo- se movieron por toda la provincia, muchas veces arriesgando sus vidas ante las constantes amenazas. Eran muchos los ingenios a recorrer, y las reuniones y asambleas se multiplicaban. También realizaron continuos viajes a San Miguel de Tucumán, en donde residía el gobernador Lucas Córdoba, y además funcionaban tres fábricas (Amalia, San Felipe y El Manantial).
Existieron muchas negociaciones, pero la mayoría de los propietarios de ingenio, argumentaba que no podían realizar concesiones de manera particular, igual criterio le expresaron en Buenos Aires a Adrián Patroni, el dirigente de la UGT, los directivos del Centro Azucarero. Se buscaba una solución equitativa y del ingenio El Paraíso, acercaron una solución conveniente en el terreno salarial (45 pesos mensuales sin ración).
Finalmente se llegó a una solución definitiva. El conflicto que involucró a la mayoría de los trabajadores azucareros de la provincia se extendió desde el 10 al 27 de junio y terminó con un acuerdo entre los industriales y los obreros, en el que interviene como garante del mismo el gobernador Lucas Córdoba.
Los huelguistas obtendrán mejoras salariales y lograrán también que se supriman las raciones, generalmente de mala calidad, junto al vale, que era una ficha o cartón con su sello, que sólo se podía utilizar en la proveeduría del mismo ingenio azucarero.