Sábado, 23 de noviembre, 2024
  • Tedeum 25 de Mayo
  • La homilía estuvo dedicada a los servidores de la salud

    25 May 2021 11:25
    Manzur sigue el Tedeum desde su despacho junto a la Primera Dama.

    Manzur participó de la celebración religiosa, presidida por el Arzobispo Carlos Sánchez, de forma virtual debido al contexto de la pandemia. En el mensaje, recordaron al personal sanitario y a los fallecidos a causa del coronavirus. Texto completo.

    El gobernador, Juan Manzur, y su esposa, Sandra Mattar Sabio, participaron de manera virtual del Solemne Tedeum en el marco del 211 aniversario de la Revolución de Mayo. La ceremonia religiosa estuvo encabezada por el arzobispo Carlos Sánchez, desde la Catedral de Tucumán.

    La tradicional celebración de la Iglesia Católica fue seguida por el primer mandatario desde su despacho en Casa de Gobierno, debido a las medidas sanitarias adoptadas por la pandemia de coronavirus. 

    Como lo hacemos todos los años participamos del Tedeum, en esta oportunidad, de forma atípica. Le agradezco a nuestro obispo, Monseñor Carlos Sánchez, esta predisposición de poder compartir este Tedeum con todos los tucumanos a través de los medios, de internet y de las redes sociales, para que todos podamos festejar de manera distinta, desde la casa, un nuevo 25 de Mayo, nuestra fiesta patria", destacó Manzur.


    Siguiendo este lineamiento, los ministros del gabinete provincial también formaron parte del encuentro virtualmente desde sus respectivas oficinas.

    La transmisión del oficio religioso se realizó en vivo, para toda la comunidad, a través de Canal 10 y por las redes sociales del Gobierno de la Provincia.

    El Gobernador pidió a los tucumanos "ayudar quedándose en su casa, cumpliendo los protocolos y las recomendaciones del sistema de salud. Hemos llegado a las 400 mil vacunas colocadas, es decir, 400 mil tucumanos vacunados, algunos con dos y otros con una dosis. Vamos a seguir con la campaña, y ojalá que en las próximas semanas la vacunación se pueda intensificar y, junto con las restricciones de circulación, prevenir más contagios. Son los dos grandes caminos que se recomiendan a nivel internacional para bajar los contagios", concluyó Manzur tras el oficio religioso.

     
    HOMILÍA

    Queridos hermanos, ¡Feliz día de la Patria!

    Celebramos los 211 años de la gesta de Mayo. El 25 de mayo de 1810, el Cabildo abierto de Buenos Aires expresó su primer grito de libertad para nuestra Patria que llegó a su culmen con la declaración de la Independencia, en esta ciudad, el 9 de julio de 1816. 

    Hoy nos congregamos espiritualmente, en esta Iglesia Catedral, a través de los medios de comunicación, para alabar a Dios y bendecirlo por habernos dado la vida, habernos constituido pueblo que camina en la Argentina como Patria libre. “Gracias, Señor, por tu amor” y también para pedirle que nos libre de esta pandemia y que aprendamos a salir juntos y mejores de esta crisis.

    La humanidad, nuestra patria, nosotros, tucumanos, estamos viviendo este tiempo de pandemia con mucho dolor, angustia, opresión, desconcierto e indignación. En nuestra sociedad tucumana: 

    • Muchos de nosotros hemos experimentado la enfermedad en carne propia; 
    • Familiares y amigos han fallecido víctimas de esta pandemia. 
    • Cuántos han perdido su trabajo, oportunidades y familia. 
    • Muchos han experimentado el abandono, la soledad y la injusticia. 
    • Algunos son víctimas de la ingratitud, el atropello y la violencia constante. 
    • Otros padecen más descarnadamente la pobreza y la marginación; la inseguridad y la postergación en su vida ordinaria.
    • Los que sufren una agresiva desigualdad al lado del derroche indiferente de otros.  
    • Se agudizan la falta de respeto, la intolerancia y la indiferencia. 
    • Se deterioran los vínculos, se desgastan las instituciones, las autoridades pierden credibilidad.
    • Lamentamos indignados que en medio tanta muerte por la pandemia y la violencia se haya promovido más muerte al legalizar el aborto.
    Toda esta situación se profundiza, se agrava día a día y experimentamos que no tenemos un proyecto claro, coherente y que incluya todas las realidades de los argentinos, ni una meta que nos aliente a seguir caminando juntos. 

    Pero, ¡¡¡cómo cambia nuestro ánimo, cuando visibilizamos los nuevos héroes de la Patria, constructores de una sociedad más digna y fraterna!!!  

    Esos hombres y mujeres que entregan sus vidas al servicio de los demás:  personal de salud: médicos, enfermeros, camilleros, personal de maestranza, docentes, transportistas, productores, empresarios, obreros y empleados, profesionales, cuentapropistas, voluntarios de comedores…tantos héroes anónimos. Así como también tantas personas que creativamente se ponen al servicio de los demás invirtiendo su tiempo, sus capacidades, sus bienes. Vecinos solidarios con los propios vecinos, compartiendo la comida, acercándoles mercadería, haciéndoles trámites, pagándoles servicios, etc. 

    Estos testimonios: 
    • nos alientan en la esperanza, que una Patria mejor es posible.
    • nos mueven en la compasión hacia el que sufre y está solo.
    • nos impulsan a la caridad desinteresada con todos.
    • nos despiertan del adormecimiento para ser protagonistas de esta historia de hoy atravesada por el dolor que se hace fecunda cuando trasciende.
    • Hay muchos, muchos argentinos y tucumanos que quieren una Patria distinta, que luchan por la justicia, la libertad y la prosperidad para todos; que promueven el diálogo, el encuentro y poner los bienes en común.
    • Nos llenan de alegría para seguir andando nomás… 
    En momentos de crisis se ve lo bueno y lo malo: la gente se muestra tal cual es. Algunos dedican tiempo a servir a los que lo necesitan, mientras que otros se sirven de los demás, lamentablemente y aprovechan la confusión y la crisis para sacar ventajas egoístamente.  

    En este momento de crisis, las autoridades y los ciudadanos tenemos que revisar y modificar nuestras formas de actuar para poder salir juntos y mejores, promoviendo la cultura del encuentro mediante el diálogo, disponiendo al servicio del bien común nuestras capacidades y talentos. 

    Así le decía San Pablo en la primera lectura de hoy: “No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás”. No hacer NADA por discordia, vanidad, egoísmo, ambición o indiferencia. 

    Si hacer TODO con humildad, reconociendo que todos tenemos que aportar al bien común, buscando el interés común de los demás. Además, la experiencia de cercanía con personas que sirven con generosidad y entrega, genera en nosotros gratitud, alegría, consuelo y a la vez poder imitarlos. 

    Hemos de asumir y abrazar la Cruz, confiados en que lo que viene es vida nueva, nos da el coraje para dejar de lamentarnos y salir al encuentro para servir a los demás y así suscitar el cambio posible, que solo nacerá de la compasión y el servicio. 

    Esta situación de dolor y sufrimiento exige que todo nuestro ser esté presente; no podemos replegarnos, pasar indiferentes, poniendo excusas como el sacerdote o el levita de la parábola del Evangelio de hoy. 

    Pensemos en el samaritano: se para, se acerca, actúa, se mete en el mundo del hombre herido, en el sufrimiento del otro, se hace cargo, lo carga sobre su propia montura, lo cuida, paga por el herido asaltado. 

    Este hombre puso su mirada, su compasión, su vino, su aceite, su tiempo, su montura, su dinero… lo suyo al servicio del sufriente, lo trató como hermano. 

    Hoy Jesús nos dice a cada uno de nosotros, los argentinos y tucumanos, “procede de la misma manera”. Poné lo tuyo al servicio del otro.

    El consuelo que brota del amor y la comunión del Espíritu, que nos dice la Palabra de Dios, con ternura y compasión, nos exige que nos hagamos uno con el que sufre, poniéndonos en su cuero, llorado con el que llora, riendo con el que está alegre, compadeciéndose del hermano, aunque sea un desconocido, como lo hizo el samaritano de la parábola del Evangelio. 

    Muchas personas que se animaron a acompañar a otros en el dolor, buscando ofrecer apoyo y consolación fueron signos de la cercanía y la ternura de Dios.  

    Muchos murieron, desgraciadamente, pero nos dejan, a los que quedamos, el testimonio y el compromiso de construir la Patria siguiendo los caminos que nos han señalado. Que ellos gocen de la alegría de la eternidad y rueguen por nosotros.

    En tiempos de crisis y tribulación, el amor de Dios sale a purificarnos, a recordarnos que somos un pueblo. Hubo un tiempo en que no éramos un pueblo, pero ahora somos el pueblo de Dios (1Pedro 2, 10). La cercanía de Dios nos llama a estar unidos.

    Al inicio de la historia de todo pueblo hay una búsqueda de dignidad y libertad, una historia de solidaridad y lucha. Así lo hicieron los patriotas de 1810, los decididos tucumanos de 1812 y los congresales de 1816. 

    Para salir juntos y mejores de esta pandemia, también tenemos que buscar la dignidad y la libertad de todos; la lucha por vivir una fraternidad que cierre brechas, achique distancias y nos haga más solidarios.

    Auténticamente solidarios, porque la solidaridad no es compartir las migajas de la mesa, sino hacer, en la mesa, lugar para todos. La dignidad de los pueblos es un llamado a la comunión: compartir y multiplicar los bienes y la participación de todos y para todos.

    Que el Señor de la Salud nos libre de esta pandemia, sane a los enfermos y fortalezca a los que los cuidan.

    Que San José custodie con valentía creativa nuestras vidas y nuestra Madre de la Merced nos llene de ternura y compasión misericordiosa. Amén.