Patricia Garzón,  jefa del servicio de Salud Mental del hospital Centro de Salud, sostuvo que los TOC refieren a una patología que se manifiesta por lo general en pacientes con ansiedad y grados obsesivos de personalidad: “La persona que padece TOC puede haber tenido episodios desencadenantes o que descompensan en su vida, como duelos, pérdida de trabajos, mudanzas o todo aquello que a nuestro aparato psíquico le signifique sufrimiento, amenaza o una pérdida irreparable como tantos sufrieron en contexto de pandemia, motivo por el cual los rasgos obsesivos se agudizaron o agravaron hasta la patología”.

El abordaje de la problemática debe ser tanto terapéutico, de la mano de un psicólogo, como psiquiátrico, con el objetivo de moderar la ansiedad que se va reafirmando: “Manías con la limpieza o el orden son algunas de las más comunes manifestaciones de la obsesión, así como con rituales como cerrar la llave del gas, apagar la luz, desenchufar electrodomésticos, pequeños detalles que pueden actuar como señales de alertas, ya que la precaución es algo que está bien, pero si esas conductas comienzan a demorar las rutinas u obligaciones de la persona, están impactando negativamente en la calidad de vida y necesitan de la consulta en salud mental”.

En cuanto a la forma en la que los TOC impactan en la vida familiar o afectiva de quienes los padecen, la profesional hizo hincapié en las consecuencias negativas en la calidad de vida en general, ya que afecta los horarios de todos, sus rutinas, genera estrés y causa faltas de cumplimiento en las actividades cotidianas de todo un grupo que incluso pueden dañar el estado económico. “Si una persona demora mucho en el baño por ejemplo, altera su uso para toda la familia y eso trae otros problemas. Los hábitos de higiene son el área donde más se detectan los rasgos obsesivos”, dijo.

En los casos donde se ve alterada no solo la dinámica familiar, sino también laboral, la vida social y afectiva los TOC representan un grave problema y en este sentido el paciente tiende a aislarse. Ante el aislamiento los temores como el miedo a la muerte, a la oscuridad, entre otros, se ven exacerbados. “El aislamiento muchas veces hace que estos rasgos negativos de la personalidad se refuercen y la patología aparezca”, advirtió.