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Detallaron funciones y acciones de un grupo que se somete a un entrenamiento muy particular para dedicarse a funciones específicas.
Desde el año 2017, la Policía de Tucumán cuenta con un equipo especial en la fuerza, cuyos miembros se someten a un entrenamiento muy particular para dedicarse a funciones específicas. Se trata del Grupo de Operaciones Motorizadas de Tucumán, conocido por sus siglas GOMT, que este martes celebra su cuarto aniversario y está actualmente conformado por 57 efectivos a cargo del oficial principal Víctor Faciano.
En este sentido, el oficial Cristian Santillán, uno de los efectivos que conforman el equipo, explicó las particularidades de la división especial. “Los integrantes del GOMT, que se caracterizan por vestir siempre de negro, tienen un equipamiento particular para cumplir con sus tareas, pero adaptan el uniforme según las necesidades particulares que se presenten. La mayoría de los grupos especiales motorizados del país utilizan el color negro para diferenciarse de otras unidades especiales, por ello cuando se creó la división en la provincia se reglamentó el color”, contó Santillán, que detalló que el equipo cuenta con nueve motocicletas Honda Nc 750 X y dos motos más Honda Nx 400 Falcon tipo enduro calle, lo que les permite acceder con rapidez a lugares donde otro tipo de vehículos no pueden tener estabilidad.
“Con respecto al uniforme, cada uno adapta su equipamiento conforme a la necesidad y comodidad. En primer lugar, el chaleco antibalas es fundamental, como en todo policía, por las situaciones a las que nos vemos expuestos y que pueden llegar a costarnos la vida. En el chaleco no le pueden faltar la radio, por si él o algún compañero necesita refuerzos; las esposas en caso de que haya alguna aprehensión; el bastón; y el arma de fuego, además de otras variaciones que se pueden aplicar”, detalló.
En el caso del arma, cada efectivo decide dónde llevar su pistolera de extracción rápida, según la función que cumpla. “En las motos bitripuladas siempre llevamos las escopetas, pero varía según el rol que se ocupe. Los pilotos llevan el arma en el chaleco y los operadores, que van de acompañantes, las llevan en la pierna, porque es lo más cómodo y práctico para sacarlas rápidamente”, afirmó el oficial.
“Durante los recorridos vamos a baja velocidad, pero si se presenta una situación de persecución mantenemos la velocidad que lleve nuestro objetivo, para hacer un seguimiento a distancia. Generalmente la estrategia es aprovechar el primer error que cometa la persona que escapa. En ocasiones se desataron intercambios de disparos, pero el entrenamiento del personal permite controlar la situación”, explicó, y destacó que parte de esa preparación son las charlas previas a las salidas, donde se les asigna una tarea cada uno.
“Velorios tumberos”
Hace cuatro años la división fue creada con el objetivo de combatir los motoarrebatos, modalidad delictiva que se había acrecentado de forma llamativa. Pero con los años, sus tareas se diversificaron y mostraron su capacidad para intervenir en diferentes situaciones. Una de las más frecuentes en el último periodo son los operativos preventivos acompañando los conocidos ‘velorios tumberos’. “Además de los recorridos diarios, el apoyo en allanamientos, las misiones especiales, el traslado de detenidos de alto riesgo, la cobertura de seguridad en medidas judiciales, también es nuestro deber resguardar la seguridad en los ‘velorios tumberos’, que son los considerados cortejos fúnebres de riesgo”, contó, y recordó que en uno de los últimos despliegues de este tipo, uno de los empleados policiales recibió dos disparos en el chaleco antibalas.
“Dos o tres veces al mes, la división especial es convocada junto a agentes de Guardia de Infantería y el Grupo CERO para desplegar un trabajo en conjunto que evita que haya desmanes. Siempre intentamos que no pase nada, pero a veces puede haber situaciones que se salgan de las manos. Lo primero que hacemos es averiguar quién es la persona fallecida y a partir de eso estimar la cantidad de gente que puede llegar a asistir y dependiendo de eso se dispone la cantidad de efectivos que se van a destinar y la modalidad de trabajo que se va a adoptar. Generalmente afectamos la totalidad de las motos y nos encargamos de controlar a personas que arrojan piedras, botellas, que ingieren bebidas alcohólicas o hacen disparos al aire”, concluyó Santillán.